Piden ayuda para encontrar a una migrante poblana desaparecida en EU
Mónica Camacho/e-consulta
Mónica Camacho/e-consulta
La película corre. Erika es una de las protagonistas. En el documental, la joven poblana de 18 años recuerda con la mirada sombría que le pidió a su marido en 2004 desistir de su intento de cruzar la frontera, porque estaba embarazada. Pero “él decidió otra cosa”.
Mientras estudiantes de la UDLA observan su expresión resignada y escuchan su testimonio a través del proyector, las autoridades mexicanas buscan su paradero en el desierto de Arizona, donde fue vista por última vez el primero de septiembre pasado.
Erika Zepeda Caballero no es la única poblana que se encuentra en calidad de desaparecida desde inicios de este mes, pues también se desconoce el destino de Estela Juárez Martínez. Ambas salieron el 27 de agosto pasado del municipio de Tlahuapan, con la intención de reunirse con sus esposos en el estado de Illinois.
La desolación en la que vivió Erika durante cuatro años es reflejada en el documental “Las Preciositas. El amor en tiempos de frontera”, el cual se rodó a finales de 2005 y fue galardonado en el Festival Territoires de Francia este 2007. Este jueves fue presentado en el Centro Social de la Universidad de las Américas Puebla.
En la cinta, Zepeda Caballero recuerda muy bien la fecha en que su marido la dejó sola. Mientras sostiene en sus brazos al menor de sus hijos menciona distante: “se fue el 8 de enero de 2003”.
Con la mirada cansada Erika expresa que siempre se opuso a que su marido, Samuel Contreras Díaz, abandonara la comunidad La Preciosita, porque cuando lo hizo pasaba por su primer embarazo. “Yo le dije que no se fuera”, sin embargo, nunca la escuchó.
“Cuando él se marchó yo estaba embarazada, me dijo que lo hizo para tener dinero cuando la beba naciera y para poder construir la casa, el 10 de noviembre de 2004 regresó y me volví a embarazar, me dijo que sí se iba a quedar, pero ya después decidió otra cosa”, lamenta.
Sin embargo, la mujer que viste una modesta playera gris, con un pantalón deportivo azul marino, sin más que un par de arrancadas como accesorios, se muestra resignada. Tal vez sea así, porque en dicha localidad, ubicada en las cercanías del estado de Tlaxcala, sólo quedan mujeres, niños y ancianos; los hombres de 16 a 45 años emigraron a Estados Unidos.
Las imágenes de infantes bañándose a cubetadas en lavaderos, de calles sin pavimentar, casas en construcción y perros hambrientos terminan. En su lugar aparece un restaurante de comida rápida del estado de Illinois. Ahí se encuentra Samuel, el esposo de Erika.
Mientras come una hamburguesa y un refresco, lamenta que su pareja no acepte la distancia que existe entre ambos.
“Ellos están bien, yo también estoy bien, pero ella no está de acuerdo que yo esté hasta acá... me lo ha dicho, a ella no le importa el dinero, solamente le importo yo, dice que no le importa que tenga nada o mucho”.
No obstante, Samuel termina por reconocer su error. “Estamos equivocados los de la pinche Preciosita, porque todos dejamos a las mujeres embarazadas y nos venimos, uno pues es hombre y la vale madres... con que estén bien y nada les falte...”
Dos años después de que se rodara el documental, Erika Zepeda encargó a sus dos hijos, de dos y cuatro años de edad, con familiares. El 27 de agosto se incorporó a un grupo de habitantes de Tlahuapan que cruzaría la frontera, quería alcanzar a su esposo. Hasta el momento nadie conoce su paradero.
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