Inventó varias historias para que ya no lo torturaran
(primera de tres partes)Alfonso Ponce de León Salgado/Intolerancia
La carta proviene del interior del Centro de Readaptación Social (Cereso) de San Miguel, el remitente es Julio César Zeledón Cruz, detenido la tarde del 27 de enero a unos metros de un Oxxo, localizado en la Central de Abasto, vinculado como integrante de una banda de asaltantes a camiones del transporte y quien sostiene que fue obligado mediante la tortura a confesar delitos que no había cometido.
“Después de la tercera calentadita y honestamente temiendo por mi vida les dije que pararan, que estaba dispuesto a confesarlo todo y me dejaron recuperar el aliento, todavía atado con las vendas en mis tobillos, rodillas, antebrazos, (por detrás) y en mis ojos, completamente desnudo me incorporaron hasta sentarme en el colchón en el que me habían tirado.”
"Comencé a inventar la historia de mi participación en asaltos a tráileres como escolta. Inventé que a mí me tocaba recibir junto con otros dos conocidos míos los tráileres y llevarlos hasta un taller de una aseguradora en Santa Cruz Meyehualco.”
"Describí una serie de operaciones mediante situaciones irrisorias, pero con una mezcla de personas que sí conozco y con fechas históricas, con el fin de no contradecirme y volver a ser objeto de tortura.”
"Es así que todas las personas que mencioné existen, los conozco y no dudo en lo más mínimo de su honestidad, integridad y honorabilidad. Al mencionarlos en mi declaración yo buscaba dos cosas:”
1. No contradecirme en su descripción o nombres (aunque de alguno voltee intencionalmente los apellidos).”
2. Que los localizaran o trajeran para aclarar la situación o al menor que alguien supiera dónde estaba yo.”
La amenaza permanente de que no les importaba que ‘se les pasara la manita’, me refrendaban constantemente, agregando que en tal caso y como nadie sabía nada de mi lo de menos era que ya muerto me aventaran por ahí.”
Dejaron de torturarme y me hicieron que me vistiera para lo que viendo que no podía yo sólo me ayudaron golpeándome más para que me ‘desapendejara’, al ver que realmente era imposible por mi propia mano (debido a lo lastimado que estaba), me ayudaron a vestirme.”
Me sacaron del cuarto del colchón todavía con los ojos vendados y así me llevaron otra vez a los separos, me dejaron solo ahí sentado durante unos minutos con los ojos vendados y después de unos minutos oí que entraron con otra persona a quien insultaban y le advertían igual que a mí, le iban a rajar toda su puta madre.”
Alguien en voz alta y dirigiéndose a mí (supongo) dijo: ‘a ver pinche gordo, cuéntale a este buey lo que le espera’.”Yo todavía sin poder creer lo que estaba pasando me limite a decirle: ‘es mejor que hable jefe, porque no la va a aguantar, estos lo pueden matar’.”
Los otros (asumo los mismos judiciales que me torturaron) se rieron y le dijeron que me hiciera caso, que no fuera pendejo. Lo sacaron de ahí y se lo llevaron al cuarto del colchón.”Cuando empezó a gritar comencé a rezar por él y me vino a la mente esa frase de que ‘el dolor más soportable es el ajeno’.” Después de un rato de gritos, llantos y súplicas del torturado, escuche que comenzó a hablar aunque no entendía bien lo que decía.”
Sin saber qué tiempo transcurrió, volvieron a entrar al separo y alguien me dijo que el otro se había aventado doce asaltos y que entonces tendría que confesar otros tres.”Me pidieron que me volviera a desvestir y me golpeaban cada vez que me negaba.
Los golpes que reparten son el colmo de la cobardía, simplemente por lo siguiente: golpean cuando la víctima tiene los ojos vendados, generalmente a la cabeza y con la mano abierta usando la palma por lo que además de las ‘llaves’ la persona a quien están golpeando sabe perfectamente que no dejan huella.”
Ya desvestido y con los ojos vendados me volvieron a preguntar acerca del robo de ese día (del cual no tenía ni idea) y de otros que jamás había escuchado.”
Continuará…
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