La policía puede haberse equivocado de persona; los hechos por los que alguien fue detenido pueden no ser constitutivos de un delito; la llamada a los medios puede haber tenido propósitos de extorsión,
etcétera. No sabemos, en realidad, lo que hay detrás del rostro del detenido que estamos viendo en la pantalla de nuestro televisor. Igual puede ser un asesino en serie que un inocente ciudadano que salía de festejar su cumpleaños.
Los autores hacen eco a esta preocupación:
¿Puede la policía difundir información sobre las personas condenadas por un delito? Éste es un asunto de especial importancia, considerando la práctica común de las autoridades en México de exhibir en los medios de comunicación a personas que aún no están siquiera sujetas a un proceso criminal, sino que han sido simplemente detenidas para ser presentadas ante un juez.
Finalmente, el lector podrá encontrar en las últimas páginas un rico y prometedor listado de recomendaciones hechas por los autores respecto a las políticas de transparencia, acceso a la información pública y protección de datos personales en el ejercicio de la función policial.
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