El
tesoro del “Vita”
El misterio de la
existencia de un valioso cargamento en el yate ibero “Vita”, del que se
contaban fabulosas historias, fue revelado a principios de los 1940´s por el
general Juan Merino Segura, quien entabló una demanda por defraudación fiscal
por 200 millones de pesos.
Construido en 1931 en
Kiel (Alemania) por la firma Germania Werft GmbH, con el nombre de
"Argosy", se trataba de un yate de propulsión diésel con una eslora
máxima de 62,20 m, por 9,20 de manga.
Fue vendido a un ciudadano filipino,
navegando bajo pabellón estadounidense. En 1934 cambió su nombre al de
"Vita".
A fines de 1938, Marino
Gamboa, uno de los tantos hombres de paja utilizados por Juan Negrín, entonces
Presidente del Consejo de Ministros de España, adquirió el buque y le puso el
nombre de Vita.
El "Vita" se
hallaba de vacaciones en Holanda en febrero de 1939, cuando Marino de Gamboa
recibió una orden de Juan Negrín, último jefe de gobierno de la Segunda
República Española para fletar la embarcación. Gamboa llevó el "Vita"
al puerto británico de Southampton para cerrar el contrato y de allí parte al
puerto francés de El Havre, dejando allí el "Vita" a disposición de
las autoridades españolas republicanas.
Carga
del tesoro
Al terminar la guerra
los dirigentes del Frente Popular se pusieron a salvo, sin atender a los miles
de izquierdistas, muchos de ellos implicados en crímenes brutales, que
quedarían a merced de sus enemigos. Así que los dirigentes, a salvo lograron
acumular un inmenso tesoro, cuya venta serviría para controlar políticamente el
exilio, a cuyo fin se formó el SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos
Españoles).
Negrín,
"previsoramente", como él decía, organizó desde los primeros meses de
la contienda el gigantesco despojo. Y el 28 de febrero de 1939 embarcó en el
puerto francés de El Havre las 120 maletas que contenían los objetos incautados
por la Caja General de Reparaciones durante la Guerra Civil Española y otros de
diversa procedencia, llevando un grupo
de carabineros españoles leales a Negrín, dirigidos por el capitán Enrique Puente,
capitán relacionado con los separatistas vascos, con órdenes de anclar en el
puerto de Veracruz, México. Su carga debía recibirla el doctor Puche, ex rector
de la universidad de Valencia y agente de Negrín en México. Pero tanto el PNV
como Prieto intentaron apoderarse de él. El botín valía la pena: depósitos del
banco de España, cajas de oro amonedado, objetos históricos de la catedral de
Tortosa, el Tesoro Mayor y Relicario Mayor de Santa Cinta, ropas y objetos
procedentes de la catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las 50,000
perlas, colecciones de monedas de alto valor numismático, con ejemplares únicos
de valor histórico, objetos de culto de la Capilla Real de Madrid, entre ellos,
el joyero y el Clavo de Cristo, pinturas, alhajas de los montes de piedad. La
mayor parte de la carga, de contenido ignorado, iba en más de cien grandes
maletas, que, nos informa el dirigente de la UGT Amaro del Rosal, habían
adquirido en París con gran sigilo unos empleados del Banco de España,
socialistas de confianza.
El
tesoro en México
El Vita llegó a
Veracruz el 28 de marzo. En dicho puerto debía esperar la llegada del
"Vita" el delegado oficial de Negrín en México, el doctor José Puche
Álvarez, no estaba presente para recibir la carga. Sin embargo el 17 de marzo
el "Vita" había hecho escala en la isla caribeña de Saint Thomas y
allí Enrique Puente telegrafió a Negrín para preguntarle a quién debía
entregarse la carga del "Vita", pero Puente jamás obtuvo respuesta.
Así, ante la urgencia
de descargar el fabuloso tesoro, con valor estimado en 300 millones de dólares,
producto de donaciones de bancos, la iglesia y donaciones particulares a la
llegada al poder español del general Franco;
el capitán Puente telegrafió al embajador de la República Española en México
y líder socialista Indalecio Prieto. Prieto quien a su vez contactó con el
entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas y lo convenció que, como
embajador tiene derecho a asumir la responsabilidad por la carga del
"Vita" y controlarla. Así su cargamento se descargó en el puerto de
Tampico y posteriormente fue trasladado a la Ciudad de México, bajo el control
y la responsabilidad de la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos
Españoles), la entidad de ayuda al exilio republicano dirigida por el mismo
Indalecio Prieto, apartándolo así de manos negrinistas y comunistas y
rivalizando con el SERE (Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles),
la entidad de ayuda dirigida por Juan Negrín y sus aliados.
Prieto demostró más
habilidad que sus competidores: de acuerdo con el presidente Lázaro Cárdenas, burló a Negrín y al PNV y se
apropió del barco. Luego se respaldó en la supuesta autoridad de las Cortes en
el exilio, grupo de personas sin representatividad real, a quienes había
sobornado con espléndidos giros, según explica Del Rosal. La maniobra produjo
un duro cruce de correspondencia entre Prieto y Negrín. Con los fondos así
obtenidos, Prieto montó la JARE que disputaría al SERE el control sobre los
políticos exiliados, mediante pensiones más elevadas. Ambas organizaciones
serían acusadas de corrupción y favoritismo. Amaro sospechó que los objetos de
valor histórico o artístico fueron desguazados o fundidos para borrar la huella
de su origen.
Los racistas jefes del
PNV habían mostrado aversión a recibir ayuda de entidades españolas, pero,
burlados en su plan de adueñarse del Vita, cambiaron de idea y trataron de
"comer a dos carrillos", en expresión suya, beneficiándose tanto del
SERE como de la JARE, pese a que cada organismo negaba su ayuda a quienes la
recibieran del otro. Tendrían éxito sólo a medias. Los líderes nacionalistas
catalanes habían defraudado sumas considerables al Frente Popular, aparte de lo
que se quedaran de los saqueos anarquistas, quienes al parecer no había sufrido
grandes penurias
De hecho el control del
"Tesoro del Vita" fue un elemento decisivo de la disputa política y
personal de Prieto y Negrín dentro del exilio republicano, precipitando la
permanente ruptura de relaciones entre ambos líderes y alimentando las numerosas
censuras contra Negrín que lanzaron líderes republicanos como Francisco Largo
Caballero. Como el presidente mexicano Lázaro Cárdenas era amigo personal de
Indalecio Prieto, por lo tanto no hubo interferencia alguna del gobierno de
México en la administración hecha por los exiliados españoles.
Pocos dirigentes
rehusaron las atenciones del SERE o de la JARE. Uno de esos pocos fue el ex
presidente Alcalá-Zamora, víctima a su vez del robo de las cajas de seguridad
de los bancos por el gobierno de Largo Caballero. Pese a soportar una dura
necesidad, rechazó el dinero que consideraba manchado. Otro fue el insobornable
Cipriano Mera, para quien "aceptar algo del SERE era reconocer tácitamente
al nefasto doctor Negrín como representante oficial de los españoles exiliados".
Mera, sufriendo pésimas condiciones en un campo de presos en Argelia, replicó a
las ofertas de un enviado del SERE: "Mi
caso no es diferente del de varios miles de refugiados. Ni más ni menos.
Rechazo por adelantado cualquier privilegio personal, pues no me lo admite mi
dignidad. Y ahora quiero decirte una cosa: estáis manejando un tesoro que no os
pertenece y del que tendréis que rendir cuentas el día de mañana. ¡No lo
olvidéis!". Nunca hubo rendición de cuentas, ni antes ni después de la
Transición.
En enero de 1941, el
presidente mexicano Manuel Ávila Camacho, sucesor de Cárdenas, ordenó que
México asumiera el control de la JARE después de que salieran a la luz diversas
irregularidades, como la fundición de monedas de oro de gran valor numismático,
aunque no pudo realizarse ninguna auditoría por falta de documentación oficial.
La principal fuente a
tal respecto, el propio Amaro del Rosal escribía:
"...A estas alturas resulta
ineludible la pregunta clave que deben hacerse los españoles: ¿Qué fue de todo
aquello? Están por explicar los paraderos, el empleo que se dio al oro, a la
plata, a los valores y a las joyas y, sobre todo, debe aclararse qué se hizo
con los objetos de arte», para concluir: «Mucho nos tememos que una gestión
irresponsable convirtiera en lingotes de oro o plata aquellas colecciones
numismáticas de valor incalculable y que se hiciera lo mismo con los objetos
religiosos...."
Así el famoso tesoro
desapareció un día, en donde uno de los principales implicados fue don Indalecio
Prieto y el general José Manuel Nuñez, ex inspector de la policía y ex jefe de
ayudantes del ex presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien fungió como jefe de
la escolta federal que supervisó el desembarco en Tampico y la conducción de la
valiosa carga dentro del furgón 1065 de Ferrocarriles Nacionales, hacia la
ciudad de México.
A pesar de la demanda
establecida y del intento por esclarecer la introducción a territorio nacional
de bienes de origen español, entre algunos de los refugiados privaba la
indignación. Los dirigentes de la fundación México-España, Antonio Vargas y
Julio Luelmo, declararon que don Indalecio Prieto si había desembarcado en el
“Vita” y había introducido las maletas del valioso cargamento, aun cuando no se
pagaron los derechos por tratarse de un gesto humanitario del gobierno mexicano
de utilizar esa riqueza en beneficio de los refugiados españoles, que se había
librado de los campos de concentración europeos. Sin embargo había pasado 20
meses y no se había apoyado a un solo inmigrante, lo que motivó la demanda para
incautar ese tesoro y todos aquellos bienes controlados por don Indalecio
Prieto.
Días después Prieto
respondió a los señalamientos:
Mi deber es callar. No es de
extrañar, que un hombre como yo tenga que arriesgar la reputación y la vida
misma en nombre de los muy altos intereses, que en esta ocasión me
imposibilitan para la defensa personal, que por lo demás no he buscado. El
tiempo de hablar llegará… conozco perfectamente la intención y el alcance de
esta campaña, y no haré el juego a los interesados con declaraciones que
pudieran ser imprudentes y lastimar la actitud recta del gobierno que nos ha
dado generosa acogida o lesionar los intereses de los españoles residentes.
Por otra parte, en la
aduana de Tampico no existía expediente alguno sobre la entrada del “Vita”, ya
que todas las órdenes fueron dadas verbalmente por el general Núñez,
obedeciendo al expresidente Lázaro Cárdenas.
En un comunicado
fechado el 25 de abril de 1941, la Procuraduría declaraba que “no hay delito
que perseguir” afirmando que “la acción
penal prescribió el 7 de julio de 1940. Actualmente el “Vita” se llama “Abril”
y los tripulantes están tramitando su naturalización”.
Sin embargo las
declaraciones no dejaron contentos a los refugiados españoles, por lo que a
finales de 1942, siguieron exigiendo la renuncia de Indalecio Prieto a la Junta
de Ayuda a Refugiados Españoles (JARE) y las cuentas claras con respecto a los
tesoros de “El Vita”. Ante la problemática el gobierno mexicano intervino
limitando las actividades del líder y exigiendo que en el comité figuraran tres
mexicanos. Como respuesta, Indalecio Prieto y miembros del JARE se ampararon
contra los actos del Presidente de la República y de la Secretaría de
Relaciones Exteriores; sin embargo, a pesar de ello, fue nombrado Santiago
Flores como auditor para precisar cuáles eran los bienes de la JARE con la
tarea específica de pagar los subsidios que se adeudaban a los refugiados.
En enero de 1943, los
señores Felix F. Palavicini y Luis Sánchez Pontón, directivos de la Comisión
Administradora del Fondo de Auxilio para los Refugiados Españoles, declararon:
…Que el comité no estaba en
posibilidades de obtener, con exactitud numérica, la verdad sobre los fondos
que durante tres años retuvo en su poder la JARE; puesto que del total de
ellos, a México vino la menor cantidad, quedándose la mayoría de los recursos
en Rusia, Inglaterra y Francia, de donde no se les permitía la salida.
Se hizo un recuento de
las inversiones de la JARE, concluyendo que la mayoría de los proyectos se
debieron de haber destinado al apoyo de los refugiados para establecer empresas
fuera de las concentraciones urbanas, mediante proyectos agroindustriales;
siendo que por el contrario, casi la totalidad de los refugiados, alrededor de
13 mil personas, en su mayoría profesionistas se hallaban concentrados en el
Distrito Federal.
Respecto al Servicio de
Evacuación de los Refugiados Españoles (SERE), organismo que manejaba el grupo
del doctor Juan Negrín, encabezado por José Puché, sus recursos que eran de
ocho o nueve millones de pesos se encontraban agotados.
La inconformidad entre
los refugiados españoles continuaba a pesar de que los informes había sido
difundidos ampliamente, sosteniendo que Indalecio Prieto habría negociado buena
parte del tesoro del “Vita” en Nueva York y, ya en dólares, lo envió a Chile,
en donde supuestamente se encontraba.
Inventario
del tesoro del “Vita”
Aun cuando el valor de
los bienes transportados en el Vita nunca ha podido ser determinado. Mientras
que Negrín estimaba oficialmente su valor en 40 millones de dólares, algunos lo
elevaban a 300. Su venta durante la Guerra Mundial rindió únicamente entre ocho
y diez millones de dólares, menos de la cuarta parte de lo tasado por Negrín.
El socialista Amaro del
Rosal, único presidente de la Caja de Reparaciones y principal fuente al
respecto, reproduce el siguiente inventario:
·
Bultos del 1 al 10. Objetos entregados
por la Caja de reparaciones.
·
11 Depósitos Banco de España de gran
valor.
·
12 Monte de Piedad de Madrid. 2 Gran
valor.
·
13 Monte de Piedad y Depósito Banco de
España.
·
14 Monte de Piedad y Depósito Banco de
España, de gran valor.
·
15 Depósitos Banco de España.
·
16 Depósitos y una custodia de gran
valor.
·
17 Depósitos Banco de España.
·
18 Depósitos Banco de España y una
custodia Caja de Reparaciones.
·
19 Depósitos Banco de España y especial
de Caja de Reparaciones.
·
20 Depósitos Banco de España y una
custodia de Caja de Reparaciones.
·
21 Depósitos Banco de España y dos
custodias Caja de Reparaciones.
·
22 Depósitos Banco de España y una
custodia Caja de Reparaciones.
·
23 Depósitos Banco de España.
·
24 Depósitos Banco de España y una
custodia de la Caja de Reparaciones.
·
25 Objetos religiosos Caja de
Reparaciones de excepcional interés.
·
26 Depósitos Alicante.
·
27 Depósitos Banco de España.
·
28 Depósitos Bancos de España y objetos
religiosos Caja de Reparaciones.
·
29 Depósitos Bancos de España y dos
custodias Caja de Reparaciones.
·
30 Depósitos Banco de España y
Castellón.
·
31 Depósitos Banco de España.
·
32 Depósitos Banco de España y entregas
al Ministerio de Hacienda, de gran valor.
·
33 Depósitos Banco de España y entregas
al Ministerio de Hacienda.
·
34 Depósitos Banco de España.
·
35 Depósitos Banco de España y entregas
Ministerio de Hacienda.
·
36 Depósito.
·
37 Objetos varios.
·
38 Cajón entrega Generalidad Cataluña
oro amonedado.
·
39 Depósitos de Bancos y reliquias del
Patrimonio Real. Todo el joyero de Capilla Real. El célebre Clavo de Cristo.
·
40 Depósitos Monte de Piedad.
·
41 Depósitos Banco de España y custodia.
·
42 Depósitos Banco de España y lingotes
oro.
·
43 Depósitos Banco de España y lingotes
oro.
·
44 Depósitos Banco de España, y objetos
históricos Catedral Tortosa.
·
45 Depósitos Banco de España y objetos
históricos Catedral Tortosa. Objetos religiosos y ropa de gran valor artístico
e intrínseco.
·
47 Objetos religiosos de gran valor
artístico e intrínseco.
·
48 Entrega Generalidad de Cataluña.
Objetos de gran valor.
·
49 Ropas y objetos religiosos
procedentes de la Catedral de Toledo entre ellos el famoso Manto de las
cincuenta mil perlas.
·
50 Ropa y objetos religiosos de Toledo.
Depósitos del Monte de Piedad de Madrid y tres sobres de la Caja de
Reparaciones conteniendo brillantes de alta calidad y de gran valor.
·
51 Depósitos Monte de Piedad de Madrid.
·
52 al 54 Depósitos Monte de Piedad de
Madrid.
·
55 Depósitos Banco de España.
·
56 Depósitos Banco de España.
·
57 Una colección de relojes. Valor
histórico y artístico.
·
58 Colecciones de monedas de oro de
valor numismático. Ejemplares únicos de incalculable valor histórico.
·
59 Colecciones de monedas de oro de
valor numismático. Ejemplares únicos de incalculable valor histórico.
·
60 a 80 Depósitos del Monte de Piedad y
Banco de España. Más colecciones de monedas y otros objetos de alto valor.
Ministerio de Hacienda.
·
81 Caja pequeña de madera conteniendo el
monetario de la Casa de la Moneda de Madrid, de oro. Mucho valor.
·
82 al 84 Depósitos Banco de España.
·
85 al 87 Caja de Reparaciones. Objetos
gran valor.
·
88 Depósitos Bancos y Monte de Piedad.
89 Entrega de la Generalidad y Monte de Piedad.
·
90 Entrega de la Generalidad y Monte de
Piedad.
·
91 Depósitos Monte de Piedad. 92
Depósitos Monte de Piedad.
·
93 Depósitos Monte de Piedad.
·
94 Entregas de acuerdo con Decreto. En
depósito.
·
95 Depósitos Generalidad y otros. 96
Entregas de acuerdo con Decreto.
·
97 Depósitos Monte de Piedad.
·
98 Depósitos Monte de Piedad.
·
99 Depósitos de la Generalidad y sacos
con monedas de oro. (Sin revisar su valor numismático).
·
100 Varios bultos objetos de valor.
·
101 Objetos del Culto de la Capilla Real
de Madrid.
·
102 Objetos del Culto de la Capilla Real
de Madrid.
·
103 al 110 Depósitos Monte de Piedad.
Nota:
Fuentes
Consultadas
MATEOS,
Abdón (2009). La batalla de México. Final de la Guerra Civil y la ayuda a los
refugiados, 1939-1945. Madrid: Alianza. ISBN 9788420682679.
OLAYA
MORALES, Francisco, (2004a): El expolio de la República. De Negrín al Partido
Socialista, con escala en Moscú: el robo del oro español y los bienes particulares.
Barcelona, Belacqua. ISBN 84-95894-83-1.
OLAYA
MORALES, Francisco,(2004b): La gran estafa de la guerra Civil: la historia del
latrocinio socialista del patrimonio nacional y el abandono de los españoles en
el exilio. Barcelona, Belacqua. ISBN 84-96326-09-8.
ROSAL,
Amaro del, (1977): El Oro del Banco de España y la historia del Vita.
Barcelona, Grijalbo. ISBN 84-253-0768-6.
Alfredo Héctor Donadieu
alias “Adrián Dreesky” o “André Alfred de Villa” o “Henry Alfred Rey” o “Adrian
Harles Delmont” o “Enrico Sampieto”; nació en el barrio de Andoume en Marsella,
Francia, en febrero de 1900. Desde muy joven aprendió el oficio de expertos
grabadores, mismo que le daría fama y dinero, además de muchos años en la
cárcel.
Tras un largo historial
delictivo y varias reclusiones en distintas cárceles logrando escapar de todas,
incluyendo su reclusión en la “Isla del Diablo”, llegó a México gracias a un
invitación de un español, madrileño, de nombre “Roberto”, radicado en México.
A sus 36 años, la
trayectoria de su vida comprendía desde falsificaciones, contrabando de whisky,
municiones, artículos varios hasta agente del espionaje en el Partido Fascista.
Con maquinaria comprada
en Estados Unidos por “el amigo Roberto”, rápidamente se inició en México, con
un grupo de colaboradores y amigos, el lucrativo negocio de la falsificación.
Sampietro era un experto con el buril, así que los billetes falsos comenzaron a
circular, eran de 20 dólares y su calidad era notable. La distribución se hacía
en la isla de Cuba y en los Estados Unidos.
La policía, aunque
enterada de las maniobras, no tenía pruebas ni verdaderas pistas para detener a
los culpables, razón por la cual el detective Alfonso Farías, tomando el reto
en sus manos, dedicó todo su esfuerzo para terminar con el grupo de Sampietro.
Un año después los
colaboradores colombianos de Sampietro fueron aprehendidos, en uno de sus
viajes a Cuba, meses después fue puesto en libertad y enviado a su país. Año y
medio después, Farías aprehendió a “Roberto”, cabeza de la organización. Y si
bien, por falta de pruebas fue puesto en libertad, por sus antecedentes lo
deportaron de México.
Con la expulsión de
“Roberto”, el mercado de los Estados Unidos se vino abajo, pues sólo él conocía
a los compradores y no tuvo tiempo de dar la información antes de ser
deportado. Unos meses después fue sustituido por Pepe, “El Gordo”, quien
residía en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, en donde se dedicaba al
contrabando. Esta relación duró poco tiempo, por la torpeza con la que
operaban.
El falsificador
Sampietro narra, en su libro de memorias, la manera en que se practicaba la
prueba de legitimidad a los billetes de los Estados Unidos:
Por falta de entendimiento o
acuerdo, unos hombres de “El Gordo” había hecho circular dólares falsos en una
casa comercial. Quien había mandado a los Estados Unidos los billetes espurios,
ya esta al tanto de que éstos era falsos, pues le fue comunicada una forma
sencilla de averiguar la legitimidad de los dólares, la cual consistía en
emplear la punta de un alfiler, con la cual, si el billete era legítimo, del
papel moneda se desprendía hilitos de seda; de lo contrario, en los falsos
impresos nada se sacaría con él…
Gracias al método de
los hilitos, Farías pudo detener a varios cómplices de Sampietro, pero al
escurridizo grabador no le llegaba su turno. Ante las dificultades y peligros
que le representaba el papel que usaba, Sampietro mandó traer papel “legítimo”
de Europa. Para entonces, el detective Farías era comandante de la Jefatura de
Policía y continuaba tras de sus pasos. La persecución termino en 1937, cuando
el comandante Farías, utilizando a un contacto con el que Sampietro había hecho
negocios anteriormente, le tendió una trampa logrando apresar al falsificador,
mientras éste caminaba por una calle en compañía de uno de sus lugartenientes.
No tenía en mi poder ya el material
para la falsificación, pero había cometido un error de guardar los negativos de
los billetes tras os respaldos de los asientos del desayunador. Farías me
interrogó en forma legal e inteligente; comprendí que un cateo iba a ser
practicado en mi alojamiento temiendo que los policías descubrieran los
negativos y como allí vivía en compañía de una mujer y no cabía duda que al ser
encontradas las pruebas de falsificación, mi compañera sería comprometida en un
delito del cual era inocente, propuse al comandante Farías entregarle las
pruebas suficientes para ser sentenciado a cambio de que mi amante no fuera
molestada. El detective aceptó. Cumplí mi palabra y Alfonso Farías cumplió
estrictamente la suya. Fui enviado a la penitenciaría bajo los cargos de
falsificación y asociación delictuosa.
Al año de estar en prisión, entablé
amistad con un grupo de fanáticos cristeros, dirigidos por el sacerdote José
Aurelio Jiménez, quien cumplía una pena de 20 años de prisión por haber
bendecido la pistola con la que Toral asesinara a Obregón.
El padre Jiménez era un hombre
bajito, con lentes tras los cuales miraban tranquilos sus ojos miopes, de pelo
lacio, trigueño y rechoncho. En el penal había acondicionado con tubos de
cemento macetas pintadas de colores en donde sembraba rosas, buganvilias,
geranios y verduras de varios tipos. A este espacio que se encontraba entre
crujía y crujía, lo bautizó como Calzada de Cristo Rey, y por ahí acostumbraba
pasear a la hora del Angelus. En el Penal era el director de aguas gaseosas: …
vigilo las fórmulas, el colorido y la preparación de los jarabes, llevo los
libros del negocio y gano 2.50 diarios, de los que me quitan el 30% para
dármelo cuando salga de aquí.
El grupo de fanáticos
hacía constantes reuniones en la celda del sacerdote, a las que era invitado
Sampietro. En una de las reuniones el sacerdote propuso la fuga del
falsificador, pues aducía que la falsificación le causaba un grave mal al
Estado y todo lo que lo perjudique es beneficioso para nosotros. Para Sampietro
recobrar la libertad era su más grande deseo, pro lo que la propuesta fue de
inmediato aceptada, comprometiéndose a todo lo que le pidieron.
Como varios colaboradores
pertenecían a la Liga de la Defensa o ex cristeros, Sampietro junto con
Francisco Godoy Ibáñez, pasaron sin problema todas las puertas del penal, hasta
quedar libres.
Estaba dispuesto a todo por
cooperar con ellos, en primer lugar, por agradecimiento, y, en segundo, por
simpatizarme. Me hice a la idea de que esta vez iba a delinquir por una causa
que juzgaba buena y justa.
Durante varios años,
Sampietro en compañía de los dirigentes de la Liga de la Defensa recorrió los
principales puntos de reunión de los combativos grupos de “la causa de la fe”,
mientras en Tampico se hacían circular entre 1944 y 1946, grandes cantidades de
billetes falsos.
Cuando terminó el periodo
presidencial del general Lázaro Cárdenas y subió al poder el presidente electo general
Manuel Ávila Camacho, éste decretó un armisticio general para todos los
levantados en armas; los dirigentes de la liga que comprendía la inutilidad de
la lucha, no desperdiciaron la oportunidad que les brindaba el gobierno, y en
su totalidad los diferentes grupos de guerrilleros se entregaros y salieron el
libertad, poniendo fin a la insensata lucha armada.
Un año después empezaba la
falsificación, en un país en el cual todas las falsificaciones, de la clase que
fueran, hechas por mí o no, infaliblemente tendrían que imputármelas. Comprendí
el peligro que me acechaba, sabía perfectamente que sólo huyendo de México
podría salvarme, pero esto me era vedado por los mismos individuos que sin
conocerlos había tenido confianza en ellos, estimándolos como hombres sinceros…
que luchaban por sus ideales.
Los siguientes 10 años
de su vida, Sampietro los dedicó completamente a la liga, viviendo totalmente
recluido, con una vida monótona, sin diversiones ni distracciones.
En 1947, el subjefe de
la policía bancaria era el señor Alfonso Farías. Y el jefe de la oficina de
Prevención e Investigación de Falsificaciones, era el doctor Alfonso Quiroz
Cuarón. Esta oficina fue crada en 1941, tras del fracaso de la Policía Judicial
Federal para recapturar a Sampietro.
Ambos urdieron que el
Banco de México ofreciera una recompensa de 10 mil pesos, a quien diera
información sobre Enrico Sampietro. La codicia se despertó en Godoy Ibañez y,
entonces, supieron que Sampietro lo había liberado “La causa de la fe”. Por lo
que al poco tiempo, elementos de la Procuraduría de Justicia llegaron hasta el
pueblo de Iztapalapa, presentándose en la casa de la presidente de una
asociación religiosa, y donde vivía el que personificaba a Cristo en la
representación de la pasión de semana santa. Lugar en donde había sido
escondidos Sampietro y su mujer. Según versión de Quiroz Cuarón, los agentes
llegaron cuando Sampietro se disponía a salir, vestido de militar del ejercito
mexicano y le fueron recogidos varios fajos de billetes y solo musitó: “algún
día tenía que suceder”.
En 1948, Sampietro fue
recluido en una de las seis celdas circulares que tenía la penitenciaría de Lecumberri,
quedando entre los presos aislados.
Durante los años de su
reclusión, el doctor Quiroz Cuarón, consciente de las dotes artísticas de
Sampietro, lo impulsó a realizar retratos y para motivarlo, consiguió que María
Asúnsolo posara para él.
En una entrevista
publicada en Revista de Revistas de fecha 3 de julio de 1974m, el doctor Quiroz
Cuarón define la personalidad de los falsificadores:
El falsificador de especies
valederas, es decir de cheques o billetes, es generalmente un artista fallido…
Donadieu, mi amigo Enrico Sampietro, era un magnifico grabador desde muy joven.
Su primer maestro fue un delincuente quien, conociendo sus aptitudes para el retoque
y el dibujo, le enseñó las técnicas fotomecánicas para falsificar… Este tipo de
falsificador necesita dominar una serie de técnicas. Por eso no abunda. No
puede ser un débil mental… en el mundo no llegan a 80 los artistas.
Por otra parte, el falsificador
tiene la mentalidad de un delincuente. Un hombre normal se disciplina a una
vida regular y rutinaria; el delincuente no cree en los valores. Cree y quiere
el dinero fácil; todo en la vida se conquista a base de esfuerzos, de
preparación, de disciplina. El falsificador, además del afán del dinero fácil,
tiene espíritu de aventura, le agrada la acción. Vive generalmente una
existencia pobre en lo afectivo y en lo social. Por eso cambia tan fácilmente
de compañera o de compañeros en el delito. Tampoco cree en la esperanza. Comete
un delito, es descubierto, va a la cárcel; pero siempre piensa que el siguiente
golpe va a salir bien, va a lograr cometer el delito perfecto. No llega a
convencerse de que esto no es posible. Además no es nada previsor. El que
trabaja, siempre trata de guardar algo para el futuro. El falsificador no.
Simplemente no cree en esas cosas.
Sampietro cumplió su
condena de 13 años en prisión y en 1961 fue expulsado del país.
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