Juan Pablo Ramos Monzón, de 37 años de edad, fue acuchillado el pasado viernes 1 de noviembre, al ser asaltado. Fue internado en el Hospital Ángeles Mocel de la Ciudad de México, donde de inmediato solicitaron quince donadores de sangre.
El ciclista y atleta permaneció desde entonces en terapia intensiva en el hospital. Los gastos, como es de imaginarse, han sido cuantiosos. Hoy está en marcha una campaña para conseguir fondos que ayuden a su esposa, Mariana Orozco, y al resto de su familia de Tehuacán, Puebla, a pagar esas erogaciones. Por ello, sus amigos llaman para que se hagan depósitos en la cuenta 3622725 de Banamex, cuya Clabe es la 002180901636227258, y la tarjeta es la número 5256782541677095.
Juan Pablo ha presentado alguna mejoría, pero continúa en terapia intensiva. Han llegado donadores, pero nunca está de más donar sangre para él, que, si sobrara, ya habrá personas que la aprovechen.
Nada sé sobre el asalto que padeció Juan Pablo, ni dónde ni cuántos fueron los asaltantes. Me enteré por WhatsApp y por Tábatha Pardo, amiga de ambos, que solicitaban donadores de sangre para él.
A Juan Pablo lo conocí en la primera década de este siglo cuando él aún era estudiante de comunicación, o era recién egresado, y era periodista del área de cultura del periódico La Jornada de Oriente, en la ciudad de Puebla.
“Su Santidad”, como le decía la entonces también reportera cultural Susana Sánchez Sánchez, es originario de Tehuacán; yo le decía que era mi sobrino, mi pariente, porque el apellido Ramos no es muy común, por más común que lo parezca.
A pesar de su juventud, Juan Pablo destacaba en el medio periodístico por su curiosidad, pero también por la formación que se había hecho a sí mismo fuera de las aulas: le interesaba la música, el cine, la literatura, todo lo que fuera arte, más allá de lo que había aprendido en la escuela; todo lo nuevo, todo lo que era propositivo, lo que rompía esquemas le atraía.
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